domingo, enero 23, 2011

Leyendo a Montaigne (extractos de Los Ensayos)

Los ensayos de Montaigne son una de las obras cumbres de la literatura y el pensamiento occidental, contienen una innumerable cantidad de reflexiones valiosas, por eso ahora que tras casi 10 años estoy inmerso en una labor de relectura he decidido poner a continuación algunos extractos que han llamado especialmente mi atención, espero que puedan ser útiles también para vosotros, mis queridos lectores, a los que no puedo más que recomendaros que algún día os acerquéis, si no lo habéis hecho, a esta gran obra que, eso sí, tal y como señala el mismo Montaigne, va dirigida a "la minoria de almas ordenadas y fuertes por si misma" y exige también sin recato lectores rigurosos y diligentes.


" El siguiente precepto es muy citado por Platón: «Cumple con tu deber y
conócete.» Cada uno de los dos miembros de esta máxima envuelve en
general todo nuestro deber, y el uno equivale al otro. El que hubiera de
realizar su deber, vería que su primer cuidado es conocer lo que realmente se
es y lo que mejor se acomoda a cada uno; él que se conoce no se interesa por
aquello en que nada le va ni le viene; profesa la estimación de si mismo antes
que la de ninguna otra cosa, y rechaza los quehaceres superfluos y los
pensamientos y propósitos baldíos. Así como la locura con nada se
satisface, así el hombre prudente se acomoda a lo actual y nunca se disgusta
consigo mismo. Epicuro dispensa a sus discípulos de la previsión y
preocupación del porvenir."

Libro I Capítulo III

"Así acontece con los espíritus; si no se los ocupa en labor determinada que los sujete y
contraiga se lanzan desordenadamente en el vago campo de las fantasías,
(...)
El alma se pierde cuando no tiene un fin establecido, pues como suele
decirse, estar en todas partes no es encontrarse en ninguna."


Libro I Capítulo VIII

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jueves, enero 06, 2011

Mañana de Reyes...

Mañana del día de Reyes. 2011. Sinatra suena de fondo removiendo pensamientos mientras los regalos esperan aún envueltos sobre la mesa del salón. Fuera el viento sopla y despeja.
Entre mis dedos se deslizan montañas y valles, altos y bajos vitales que se pierden en la niebla pero dejan una sensación extraña por dentro.

Se acabó 2010. Es tiempo de nuevos comienzos. Son estos días de principios de año mezcla de satisfacción por los logros conseguidos y esperanza ante el futuro, pero también es tiempo de ausencias, anhelos no cumplidos e inquietud ante el inexorable tren vital en el que viajamos y que nos arrastra inexorablemente hacia los títulos de crédito.

Mi alma, habitualmente serena y en paz, se arremolina y se encrespa, los pensamientos no fluyen y desaparecen sino que dominan las horas y el cerebro  racional se pregunta cuál es el origen de tanta tontería.
Y por eso heme aquí escribiendo en la mañana de Reyes para intentar poner órden en el caos, reestructurar la pulsión entrópica y centrar la mirada en una sola dirección. No tengo muchas esperanzas de lograr resultados milagrosos pero se positivamente que la escritura tiene un dulce y poderoso efecto catártico sobre mi mente y a medida que avanza letra a letra este texto el mundo cobra más luz, las nubes desaparecen, el viento es más cálido y la esperanza impone el brutal y absurdo otpimismo antropológico que está en el fondo de mi ser.

Todo ira bien en 2011. Es posible que los Magos de Oriente me presten su estrella para no perder el camino.

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