Libro recomendado: Las ciudades en la Edad Media, de Henri Pirenne
Las ciudades de la Edad Media, es uno de los libros más famosos del historiador belga Henri Pirenne. En él defiende razonadamente, especialmente en los primeros capítulos, su tesis de que la Edad Media no se inicia con la caída del Imperio Romano, pues los bárbaros no lo destruyeron, sino que se romanizaron y lo utilizaron económica y culturalmente para su beneficio, por esta razón conservaron el Mediterráneo como mar común en el que continuar con el comercio y el intercambio de la misma manera que lo había hecho la antigua Roma imperial. Esta situación se quebraría con la invasión musulmana del siglo VII que destruiría el concepto del Mediterráneo como mar abierto para el comercio y daría lugar para Pirenne al comienzo de la Edad Media al convertir a la Europa marítima en una cerrada Europa continental que vio notablemente reducida sus riquezas y favoreció la aparición de feudos en el continente. La parte final del libro se centra especialmente en el análisis del proceso formador de las ciudades y en la gran influencia que éstas tuvieron en la parte final de la Edad Media.
Henri Pirenne, nació en Verviers en el año de 1862 y falleció en Uccle-les bruxelles el 25 de octubre de 1935. Pirenne Es conocido como uno de los grandes historiadores del siglo XX, en particular por lo que se conoce como la Tesis de Pirenne, que en parte aparece explicada en el párrafo anterior y que impregna buena parte del libro, y por su estudio sobre los orígenes de Bélgica como nación.
En cuanto al contenido del libro, Las ciudades en la Edad Media comienza con un capítulo dedicado a la situación del comercio en el Mediterráneo hasta el siglo VII y otro posterior en el que se explica la decadencia comercial que ocurre en la Europa medieval hasta el siglo IX y que Pirenne achaca a la invasión musulmana y la repercusión que esta tuvo sobre el comercio marítimo en el Mediterráneo.
El tercer capítulo de la obra aborda la situación de las ciudades y los burgos en la época carolingia, que Pirenne califica como una época de recesión económica pese a la brillantez que pudiera poseer en otros campos. Pirenne finaliza el tercer capítulo señalando su conclusión clara sobre la existencia de verdaderas ciudades en este marco histórico: “Se puede, pues, concluir, sin temor a equivocarse, que el periodo que comienza con la Epoca carolingia no conoció ciudades en el sentido social, económico y jurídico de este termino las cites y los burgos no fueron sino plazas fuerte y centros administrativos. Sus habitantes no poseían derechos especiales ni instituciones propias y su genero de vida no les diferenciaba en nada del resto de la sociedad”
El cuarto capítulo de la obra aborda el estudio del renacimiento comercial que comienza a producirse en Europa y que el historiador belga centra en el estudio de Venecia y Brujas como ejemplo de ciudades que van a desarrollarse de forma paralela al resurgir del comercio en Europa.
El papel de los comerciantes es el objeto del sexto apartado del libro. Pirenne analiza como su establecimiento fijo en los emplazamientos que dominan las principales rutas comerciales va dando lugar al embrión de una nueva ciudad a la que afluyen los campesinos y en donde van surgiendo los artesanos creándose junto a los antiguos burgos, burgos nuevos habitados por esta nueva población relacionada con el comercio.
Las incipientes ciudades, que van creciendo de forma notable con el desarrollo del comercio y de la economía, pronto se ven en la necesidad de dotarse de instituciones que salvaguarden sus intereses e independencia, paralelamente al nacimiento de estas instituciones comienza a aparecer un nuevo grupo social que influirá decisivamente en el desarrollo final de la Edad Media: la burguesía. Estas instituciones, cuya máxima expresión la constituyeron las constituciones urbanas, son el objeto de estudio del séptimo capitulo de la obra Las ciudades en la Edad Media.
En el último capítulo del libro, Henri Pirenne analiza el gran impacto que supuso para la sociedad medieval la consolidación de las ciudades y de la clase burguesa que nació unida a su desarrollo. El antiguo sistema señorial va ir viendo cada vez más minadas sus bases ante el florecimiento del comercio que cambiará totalmente la estructura de la economía feudal y ante el papel liberador de las ciudades que fue decisivo en la consecución progresiva de la libertad por parte de muchos grupos rurales anclados en la difícil dicotomía de o poseer tierras y ser señor, privilegio exclusivo de muy pocos individuos, o la de trabajar y ser siervo. La ciudad proporciona una tercera vía que trastocará profundamente la relación dicotómica anterior. Las últimas páginas del libro abordan también el importante papel que la ciudad tuvo en la transformación del concepto de riqueza que deja de ser exclusivo de la propiedad de la tierra y, sobre todo, del papel de la urbe en el ámbito intelectual expandiendo más allá del clero el acceso a la cultura y la ciencia e promoviendo nuevas obras de arte y literatura impulsadas desde la naciente burguesía.
Una vez apuntados los contenidos más importantes de esta obra de Pirenne se podría decir en primer lugar que, a mi juicio, es un libro muy bien organizado, estructurado y escrito. Las ideas importantes que traslada el historiador belga pueden seguirse con claridad al hilo de los sucesivos capítulos y también en el interior de cada uno de ellos, aportando además numerosos ejemplos y casos concretos de cada una de las ideas principales que se desarrollan.
El libro, en definitiva, me ha parecido francamente interesante aunque sin duda se trata de un texto mucho más centrado en la historia de la ciudad en la Edad Media que en el arte de este periodo pero, sin ningún lugar a dudas, muchas de sus reflexiones son muy interesantes y pueden ser aplicadas desde el punto de vista del análisis artístico puesto que el arte de una determinada época viene dado por las condiciones sociopolíticas, culturales y religiosas de la misma, así observar como se va desarrollando y cambiando el concepto de ciudad a lo largo del medievo y los cambios ideológicos que trae consigo su evolución nos permite vislumbrar como también el arte de las diferentes épocas se va a adaptar a estas transformaciones.
Pirenne hace muy pocas alusiones directas al arte medieval en todo el volumen pero en las páginas 135 y 136, dentro ya del capítulo séptimo, hace expresa la reflexión que he apuntado en el párrafo anterior: “La economía urbana es digna de la arquitectura gótica de la que es contemporánea”. En esta breve frase el historiador Belga pone en relación inequívoca el arte con la sociedad y la economía de su tiempo, elementos fundamentales que van a marcar el desarrollo de la obra de arte por cuanto van a fijar el tipo de materiales, usos, ideas, finalidades, públicos... a los que debe atender la realización artística.
Las últimas páginas del libro contienen también algunas reflexiones directas sobre el arte y la cultura, Pirenne subraya el importante papel de difusor cultural y artístico que la ciudad juega. La cultura deja de estar encerrada en los monasterios para ir poco a poco abriéndose a nuevos grupos sociales y de igual forma el arte poco a poco irá ampliando su campo de actuación más allá de los designios del clero y la nobleza bajo el impulso de las necesidades útiles y estéticas de la naciente burguesía.
En definitiva, consideró la obra de Pirenne muy interesante y lúcida por cuanto aporta una visión global del desarrollo de la ciudad durante la Edad Media, así como también expone una hipótesis muy interesante sobre su comienzo con la invasión árabe del siglo VII, y, desde el punto de vista del arte, una obra que nos puede dar muchas pistas al respecto de la imbricación entre la sociedad, la economía y las necesidades y realizaciones artísticas de una determinada época.
Pd. La reseña es bastante extensa porque está extractada de una P.E.D. sobre historia del arte medieval, pero he preferido dejarla integra que romperla a tijeretazos.
Etiquetas: ciudades en la Edad Media, Edad Media, Pirenne
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